La casualidad de la historia
quiso que, después de reunirse para conseguir apoyo de los líderes africanos en
Argel al Presidente del CNA, Nelson Mandela, -en el mismo año que Antonio
Cubillo también fuera condenado a prisión por la “huelga de las lecheras”- lo encarcelaran en Sudáfrica durante 27 años; aún
vive. Nuestro compatriota, que pudo
eludir aquella prisión pero no la del exilio de casi 25 años, tanto como los de
Mandela, y liderara la confrontación
anticolonial de Canarias, más joven que el dirigente sudafricano, debilitado
por las secuelas del terrorismo del Estado español; hoy, no está entre nosotros.
A veces, el laberinto de la historia de liberación de los Pueblos depara a
algunos hombres imprevisibles e
inescrutables infortunios que, las más de las veces, son el resultado
determinante de la toma de consciencia política, de la gratitud de sus
respectivas sociedades y de la fortaleza de los medios para defenderse; pero, éstos, fallaron. A Mandela, al que tampoco le
quedó otro remedio que llamar a la lucha
armada y, una vez liberado su País, la historia y las victimas le han absuelto
de todo mal; hoy, es respetado y tratado por los suyos como un líder nacional y
un referente de la paz mundial. Pero, a Cubillo, Patriota Irreductible, nunca
le perdonaron la lógica actitud de alzarse contra la tiranía; ignorado y
combatido primero, algunos continúan criminalizando y cuestionando su indiscutible
contribución histórica a las aspiraciones de emancipación de este Archipiélago.
Aquellos eran tiempos grises, no
muy distintos a los de ahora, en los que la sociedad de las Islas se mantenía cautiva
de la pobreza, subyugada por la ignorantación mediática y la represión de la
dictadura española; ajena, a lo que
acontecía en su entorno geográfico. Don Antonio, un alma inquieta, cargada por
su marcado carácter, formación ideológica y convicciones patrias, exploró y se
impregnó de mazighitud (berberitud) y africanidad, desde su sentimiento de profunda canariedad,
arribando a un escenario excepcional y trascendental
del renacer panafricano. Él, no era ajeno al momento que vivía y la proyección
histórica de los acontecimientos: los
cambios precipitados después de la Segunda Guerra Mundial con la Carta del
Atlántico y sus efectos liberadores que animaron la Conferencia Afroasiática de
Bandung, en abril de 1955, precipitando la liquidación colonial de África y
Asia y proyectando multitud de Conferencias Interafricanas; y, la posterior creación del Grupo de Casablanca, cuya Declaración de
la Carta Africana inspiró la constitución en 1963 de la OUA, en Addis Abeba,
impulsando la consciencia panafricana y la lucha de los territorios africanos
pendientes de descolonizar. Momento éste, de la Organización para la Unidad
Africana, en que llegó Antonio Cubillo a Argelia, invitado por su Gobierno, y que fue trascendental para el conocimiento de sus actores y el
desarrollo posterior de la acción política e internacionalización de la denuncia
de la realidad colonial de las Islas Canarias.
La transformación socio-económica, territorial y socialmente desigual en las Islas, favorecía que entre los grupos de intelectuales, trabajadores más comprometidos y organizaciones políticas clandestinas o no, la lucha contra la dictadura española y de liberación nacional de Canarias apareciera como discurso común, bien porque en aquellos momentos existía el ideario autodeterminista de las organizaciones revolucionarias o por una tácita política de alianzas que llamaba a la acumulación de fuerzas en favor de un cambio democrático, como paso previo a aquella autodeterminación para Canarias, que nunca llegó. Confusa relación, clarificada por el impulso del MPAIAC que, con gran agitación nacional e internacional y denuncias sistemáticas de la situación de explotación colonial, principalmente entre 1970 y 1976, sitúa la estrategia anticolonial en distintas organizaciones africanas y afro-asiáticas -Comité de Liberación Africano, Cumbre de Jefes de Estado en distintas capitales africanas, Asamblea OUA, etc.- fuera de la influencia política de partidos europeos, especialmente de españoles. A pesar de su componente ideológica, sobrevenida por la influencia argelina y la herencia del movimiento Canarias Libre, fundado en 1959 y marcado por el PCC, que formulara la consigna “Canarias Libre y Socialista” propia de aquél momento histórico, asumida también por independentistas, y generadora de numerosos enfrentamientos, ruptura de organizaciones sindicales y políticas, y fracasos institucionales; consigna que, hoy, debemos actualizar por “Canarias Libre y Democrática” menos excluyente y más propia de los cambios sociopolíticos liberadores de distintas tiranías en el continente. Consigna que, con la bandera nacional de clara asunción por la mayor parte de la sociedad canaria, fue muy extendida a partir de las primeras elecciones de 1977 donde se hace más evidente por parte de algunos grupos que imponen priorizar la estrategia del socialismo a la lucha anticolonial y todavía, hoy, persisten ralentizando una ofensiva política nacional que nos permita la descolonización y constitución de un Estado Canario Soberano y Democrático.
frepic@canariasestado.org