Entre
la calima que acaricia nuestros rostros, la levedad de la arena que nos asfixia
y da vida, el olor a Atlántico que viene
del Atlas, a ritmo de tambores de piel
de cabra, nos perdemos en esa especie de toque de queda que es Europa. El
viejo, que nunca fue viejo continente, padece degeneración de la memoria. Esos
extraños del norte emprenden una nueva cruzada, expulsan a los bárbaros,
extranjeros en latín ¿Qué significa extranjeros? Una vez más, usan, desde su
conciencia luterana, al extraño cuando les interesa y cuando no les conviene, los revierten en enemigos: vagos, delincuentes.
El
sur católico tributa con el drama de sus ciudadanos la europeidad que impone el
castigo de los luteranos. Batallas del norte que no nos interesan, ni importan.
Esta vez, sin armas, sin almas, la arman, humillan y derrotan sin balas. La
teoría del espacio vital se extiende en cada nación de esa “libre” Europa.
Batallas ajenas a
este espacio de prevalente sociedad indígena y que Viera y Clavijo ya identificara:
"No hay títulos para despojar a
Africa de contar las Canarias entre las posesiones que le cupieron en la
partición del orbe de la Tierra. Estas Islas pertenecen a Africa." Un
hecho que motiva el sentimiento de estas notas escritas para la efeméride africana
y antes de conocer los resultados de la indiferente consulta que, sin embargo,
son tan previsibles como envejecidos.
Otra
vez, el sueño alemán que es también el de Europa (paradigma de los europeos). Cada
Estado ha elegido sus víctimas: africanos, rumanos, ukranianos, españoles
portugueses, qué más da. Como ocultar tanta negligencia, tanta dependencia de
las grandes corporaciones, los muy imbéciles no saben distinguir, a los propios,
como tampoco a los africanos de procedencias distintas. Nunca creímos que, cada vez nos sentiríamos más orgullosos de
nuestro Pueblo que permanece atorrado y sobreviviendo a tanta miseria. Nos
supera, ya que ignora estas elecciones,
también de sustantivo machismo.
Vergüenza,
solo vergüenza. África, nuestro continente, está sano porque su salud se sana.
Ellos, enfermos de soberbia, ni los entendemos ni deseamos entenderlos, se pierden
en su avaricia.
No
hay día de África. Hay día y noche, a pesar de la oscuridad de cada día. Nos
dan pena, caridad africana para la insinceridad colonial y fraternidad para la
comunidad que late con el mismo pulso. Que, a pesar de Europa, la dignidad y la
lucha de los pueblos se impuso en aquél día de 1963, para ser renovado hasta la
victoria final.
Felicidades
África, 25 de mayo.
Chema Hernández
Tomás Quintana